Que viva el drama

Mientras intentaba encontrar inspiración para escribir, recordé aquel cuaderno receptor de mis grandes catarsis. Frases, sentimientos, planteos existenciales y sobretodo, cartas a Santiago. Al leer aquellas hojas manuscritas con un poco de dificultad por la caligrafía desprolija, reviví la dulzura de grandes ilusiones que fueron socavadas por numerosas decepciones al cabo de unos pocos renglones. Qué simple se había vuelto conmover desde el desamor, la tristeza y el enojo. Cuántas páginas le había dedicado a toda esa novela.

Al fin y al cabo, después de tanto andar, entendí que lo que había definido como amor, era más bien una obsesión, un deseo de poseer lo que no se tiene, de abordar lo impenetrable. Una idea fija e inamovible. Con tiempo y unos cuántos golpes, entendí que para amar hacen falta dos personas. Que lo unidireccional no funciona. Que la idea fija puede removerse, que no dura para siempre si uno se predispone a alterar el curso natural de la frustración. Y que sos un pelotudo si no te das cuenta de que el papel de víctima es aburrido y tedioso.

Hay historias que no están destinadas a ser. Punto. Hay que saber soltar, soltar, soltar, como dicen un sinfín de mensajes replicados en las redes o dibujados sobre pieles de todos los colores. Soltar y avanzar, o avanzar y soltar, cualquiera sea el orden, no altera el producto. Y lo que queda después de la remoción profunda, es lo que se aprehende, lo que se adhiere, lo que te hace crecer, tomar autoridad sobre tu propia realidad y atreverte a vivir lo que venga.

¡Que viva el drama!

 

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s