Solitas

Acá estoy, un 2 de enero, en el living de casa describiendo un desierto que habito por primera vez, la soledad de una ruptura. Hace poco leí en El arte de llevar una vida creativa que la soledad bien entendida favorece a concentración, a la creatividad, al enfoque y al orden. Empiezo el año con varios proyectos que incluyen posicionar al Cuchi desde un lugar que aporte valor a los clientes, retomar la música y comprarme un ukelele, y escribir. Escribir como no lo hice hasta ahora. Escribir pensando en un formato que pueda compartir con mucha gente. Porque en el mundo de las letras, hago nado sincronizado, me siento una ninfa que pavonea sus encantos literarios. En el proceso de orden y limpieza, di con un sinfín de cuadernos y libretas, algunos empezados, otros por la mitad y otros tantos terminados, y encontré pequeños relatos de mi vida. Miento cuando digo que estoy escribiendo un libro. Son pedazos de papel, hojas de vida arrancadas de un diario, enfoques de momentos únicos, anécdotas para el olvido, registros tomados de la calle un día cualquiera. Y quien sabe, en ese caos de escenas sin continuidad, se pueda componer una historia que tenga puntos en común con la tuya, con la de un desconocido, con la de uno otro lejano que se acerca a través de experiencias similares.

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