Estoy en la quietud de mi cama, con la laptop sobre mis piernas y en pleno silencio. Donde vivo se escuchan autos pasar con poca frecuencia, cada tanto se oyen las voces de personas que caminan sin prisa por las veredas. Es un barrio bastante tranquilo en el que acontecen pocos eventos.
A medida que escribo estas líneas voy pensando en el título de esta entrada: el equilibrio.
Tomo una definición que me parece interesante, que dice que el equilibrio es contrapeso, contrarresto, armonía entre cosas diversas.
Pienso en nosotros, los seres humanos, que siempre estamos buscando el equilibrio en nuestra vida. Vamos ajustando todo el tiempo las variables para que las cosas se mantengan relativamente equilibradas, que podamos tenerlas al alcance e intervenir a gusto y piacere.
Pero a veces se presentan imprevistos que derrumban esas construcciones tan nuestras en cuestión de segundos. Pueden ser sentimientos, sucesos inoportunos…
¿Y cómo hacer? Cómo seguir con nuestra relativa estabilidad cuando un agente invasor ataca nuestro modo orgánicamente perfecto. Lo que puedo responder frente a este interrogante es que la clave es procesar. Y como en todo proceso, se necesita tiempo.
Asumir que no todo depende únicamente de nuestras acciones lleva tanto tiempo como llegar a la situación de mesurada tranquilidad. Es inevitable sentir bronca contra el impiadoso destino que viene a romper nuestros esquemas. Por qué a mí suele ser la pregunta de la cual no podemos escapar. Sin embargo, ¿por qué no tomar lo positivo de esta situación? Quiérase o no, terminaremos ganando no solo en experiencia de vida, sino en autoconocimiento. Y también agradeciéndole a aquella situación o sentimiento desubicado que vino a interrumpir nuestro armonioso caminar por este mundo. 😉

Muy buena la reflexión! Muy bueno el blog Carol =) me encantó
Besote.-